Brodek,
el dragón del día y la noche
Llegó el día. El joven
dragón Brodek tendría que elegir su bando, y convertirse en un dragón de la
noche o en un dragón de la luz. Ambos grupos, enemigos naturales, se odiaban a
muerte, y cada dragón, al llegar su tiempo, tenía que escoger uno de los bandos
y formar parte de su ejército.
Casi todos se decidían
siendo aún pequeños, y se entrenaban durante años, antes del cambio definitivo.
Pero Brodek no lo tenía claro. Y ya no le quedaba tiempo. Al amanecer, sus alas
se cubrirían con el azul de la noche o el dorado del sol, y permanecerían así
para siempre, y todo su ser odiaría al sol o a la luna sin poderlo remediar.
Era el precio del mágico y funesto don de escupir fuego.
Por eso Brodek había ido
a pensar al bosque, donde esperaba encontrar una respuesta. Pero allí, sentado,
en el silencio de la noche, no había respuestas. Sólo una luna llena blanca y
preciosa, con pálidos brillos de plata. Y el viento en las hojas de los
árboles, más suave y frío que de costumbre, como despidiéndose del joven
dragón. Y la noche, una noche profunda llena de estrellas lejanas... Por nada
del mundo quería Brodek convertirse en un dragón de la luz para odiar toda esa
maravilla, y sintió cómo sus alas comenzaban a teñirse lentamente con el color
de la noche.
Pero la noche fue
perdiendo fuerza para dar paso a las primeras luces del alba. Era ese uno de
los momentos favoritos del dragón, y disfrutó de los tonos rosados del cielo,
del suave calor del primer rayo de sol en la cara, de los brillos de cristal y
fuego en las aguas y de la alegría que despertaban en el bosque los primeros
cantos de los pajarillos... No, tampoco quería ser un dragón de la noche para
odiar tantísima belleza.
Y antes de que las
lágrimas inundaran sus ojos, antes incluso de saber cuál era el color
definitivo de sus alas, Brodek voló hasta la laguna, se sumergió cuanto pudo en
ella para calmar su sed de paz, y voló hacia el cielo, tan alto como pudo, como
tratando de escapar de la injusta tierra y de su cruel destino. Y cuando estuvo
tan lejos que el frío le impedía mover las alas, abrió la boca para soltar su
gran llamarada, como queriendo gastarla completamente, o no haberla tenido
nunca.
Pero en lugar de fuego,
de su boca surgió una finísima capa de escarcha que cubrió los campos, como si
su deseo de paz y el agua de la laguna hubieran obrado un milagro. Y sólo
entonces descubrió que no sería un dragón de la noche, ni un dragón de la luz,
pues una de sus alas pertenecía a la luna, y la otra al sol.
Y cada cierto tiempo,
Brodek vuelve a decorar los campos con su mágico aliento escarchado, como
queriendo recordar al mundo que no es necesario elegir entre el día y la noche
cuando no se sabe odiar.
Autor: Pedro Pablo
Sacristán
Lee el cuento y luego
realizá las actividades:
1)
Ordená las siguientes palabras incluídas
en el cuento en orden alfabético:
Dragón/luz/tiempo/noche/día/fuego/belleza/lágrimas/milagro/paz
2)
Buscá en el diccionario el significado de
las siguientes palabras:
Laguna:
Escarcha:
Cristal:
3)
¿Qué parte de la historia te gustó más? Dibujala.
4)
Escribí un final diferente.
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